El desagüe

Le ayudé a meterse en esa bañera inhóspita.  El bendito ritual de llegada. Aseados antes de devolverlos, que no se diga.

Bailaba miedo, no sonreía, sus ojos buscaban aferrarse a algún punto que no encontraba. Consiguió sentarse y agarró con fuerza sus rodillas. Su cuerpo era enjuto, oscuro, decir famélico sería incluso . . . → Read More: El desagüe

LA PISCINA

Pásamelo. ¿Qué, el tenedor? Sí. Por favor. El pastel de berenjena está buenísimo. ¿Quieres más? Sí, cojo otro trozo.

Mientras él se levanta, ella se tira a la piscina. No, no de cabeza, que es lo que había estado practicando a lo largo de años y años en su infancia.  La cabeza . . . → Read More: LA PISCINA

TARDES EN EL VELÓDROMO.

Como cada día se acomoda y pide un café con leche. Descafeinado, por favor. Claro, sr. Manel, no se preocupe. Apoya el bastón en la silla de enfrente, y aprieta los ojos para mirar la hora en el reloj de la pared. Lleva colgado ahí toda la vida, pero en los últimos meses . . . → Read More: TARDES EN EL VELÓDROMO.

LAS SIETE.

Nadie sabía cómo lograban escalar hasta esos cables, cómo se aposentaban y, mucho más complicado, cómo se mantenían en equilibrio a lo largo de las horas. Ni cómo, de vez en cuando, conseguían girarse si les molestaba el sol.

Cuando la ciudad decidía invitar al . . . → Read More: LAS SIETE.

RINONECA.

La encuentras cerca del mar. Pidiendo paso entre las rocas, o rociando vida a los kilómetros de arena. Si la sacas de allí, sólo puedes alimentarla con agua salada.

Sus hojas, que crecen desgarbadas y ágiles, lucen un abanico de verdes y azules. Cuando la brisa las balancea, puedes imaginarte olas que llegan . . . → Read More: RINONECA.

LA PLAZA.

Te sonreí y te dije adiós levantando la cabeza. Bueno, os dije, porque no estábamos solos, ni tampoco lo parecía. No, no vamos ahora a fantasear con un romanticismo inexistente.

No percibí que sería un momento que iba a quedarse marcado en nuestro recorrido. Pero así ha sido. Quizás porque me lo recordaste . . . → Read More: LA PLAZA.

El Parque.

Se sentó. Quizá fuera el mismo banco. No lo recordaba. La tarde era desagradecida y no había nadie. Nadie paseando perros. Nadie cruzando.

Aquella noche tampoco. Aquella noche solo la luna había sido cómplice. Mírala. ¿Nos sentamos un rato? Y se habían desplomado entrelazando sus manos, dejando escapar unos besos prudentes por sus . . . → Read More: El Parque.

MIRADAS

Lo ve allí arriba. Se aguanta en el atril con una mano, fina y arrugada, con la otra, sin saber demasiado cómo, intenta ajustar el micro. El bastón se lo ha dado a la azafata una vez ha conseguido llegar. Con el dedo índice empuja las gafas, con lentitud, y . . . → Read More: MIRADAS

SIN VOZ

Sin voz suficiente para susurrarte, para dejar fugarse esos te quieros ahorcados por el pánico, yacidos sin orden en la cárcel del sosiego. Sin voz para darte un gracias transparente desde ese incendio que ahora es mi estómago, mejor desfigurado entre otras palabras, otros signos, otros gestos que no patalee, que no comprometa. . . . → Read More: SIN VOZ

REFUGIO

Marcaba las 10:15. Movió de nuevo la cucharita dentro de la taza, pequeña y descascarillada. Volvió a revisar el móvil, aprovechó para cubrir su cuello con el pareo y colocarse la melena hacia un lado, alborotada y algo quemada por el sol. Un rizo buscaba susurrarle sin permiso.

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