Lo ve allí arriba. Se aguanta en el atril con una mano, fina y arrugada, con la otra, sin saber demasiado cómo, intenta ajustar el micro. El bastón se lo ha dado a la azafata una vez ha conseguido llegar.
Con el dedo índice empuja las gafas, con lentitud, y luego, sin darse cuenta, se arrastra el pelo, ya débil, ya blanco, hacia atrás. Ella sonríe…pero hasta en este momento??… Con cada caricia a tu cabello, añades una cana, no lo ves??
Él se mantiene erguido, venciendo a esos hombros que, desde hace años, transitan las horas desplomados hacia delante.
Antes de hablar la busca. Ella le guiña un ojo. Tú pue_des le grita en silencio.
Empieza el discurso. Ella aprieta sus puños y lo va repitiendo, muy bajito.
Le sigue favoreciendo el verde en la corbata. Que sí, que así resaltan más tus ojos.
La sala permanece atenta a esa voz serena, algo trémula, que va avanzando. Da las gracias, hace un recorrido rápido por su obra, cuenta de sus inicios. Para. Respira. Continua.
Vuelve a buscar su mirada. Ella le sonríe y asiente con la cabeza.
Ha perdido peso en los últimos meses y no recuerda desde cuándo anda regalando altura, pero se le sigue asemejando a ese actor, tan elegante, tan apuesto. Igual que el primer día que lo conoció, no, si ya, que no es el actor más guapo, pero es tan atractivo, solía decirles a sus amigas.
La sala aplaude. Se levantan. Ella se ayuda en una de sus hijas para también ponerse en pie. Él, indefenso, se agarra ahora con más fuerza al atril, ahora con las dos manos, finas y arrugadas. Sonríe, apretando muy fuerte los labios y mientras, una lágrima viaja por su mejilla.
La mira. Ella aplaude muy fuerte y mantiene, sin pestañear, sus ojos en él. Ríe. También llora. Y vuelve a hablarle, de nuevo, en silencio.
Mª Eugenia.
PD.: Hay domingos que amaneces con unas melodías que te llevan a otros sitios. GRACIAS!!
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