POSITIVE PROJECT: Day2

Vamos por el segundo día de Positive Project, con todo lo buenísimo que pasó ayer viernes. Empiezo por los momentos escogidos, y no por orden importancia, sino de acontecimiento.

1.- Entré en Atocha al medio día (no, no, no fui expreso a ver las tortugas, aunque sí las saludé de refilón…tenía que coger el AVE) y de repente…sentado, esperando mi mismo tren…..con una gorra, camiseta y vaqueros negros, jugando con el móvil, intentando pasar camuflado… reconocí… a Andrés Velencoso. Derretimiento en estado puro!! Que sí, que sí, que es una cosa positiva de lo más superficial, pero no todos los días a una le regalan semejante belleza de frente (además es que es uno de mis chicos favoritos). En fin, dudé en ponerme a hablar con él, pero nunca me ha gustado romper relaciones… :-)))

2.- Sólo llegar a casa en BCN, mi mami y Javier me dieron los regalos por el cumple. Cuál fue mi emoción cuando resulta que Ediciones Soledad Castiella ha decidido publicar un ejemplar chulísimo de todos los Cuentos de Mª Eugenia. Derroche de ilusión por este detalle tan bonito y, la verdad, a pesar de ser un poco “de mentira”, se hace raro ver en formato libro cosas que conoces bien. Hace unos días prometí a alguien a quien tengo un cariño enorme, y que siempre me lo “pide”, que sí, que hablaría con Mª Eugenia para que escriba un libro. Lo haré. De momento, este año, espero remover mucho sus tripas para no parar de relatar.

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3.- Cenamos con Las Nenis. Relajadas y sin prisas, nos dieron las tantas poniéndonos al día, riéndonos, contando novedades…sí, sí…y soplando velas… Somos amigas desde los catorce años, muuuuuchas cosas hemos pasado juntas, muchos momentos compartidos. Es curioso ver cómo aguantan los roles establecidos a pesar de las evoluciones personales. Sé que siempre puedo contar con ellas. Incondicionalidad a seis bandas. Y sí, vamos a echar mucho de menos a La Goms en este próximo tiempo.

Durante el resto de la jornada me llené de otros ratos especiales, mis NiceMoments. Regué de buena mañana mis plantas y las dejé preparadas para que aguantaran el finde. En el 27 disfruté con una niña de cinco años, vestida de rosa, que se entretenía haciendo dibujos en lugar de jugar con el móvil. Pude caminar con la maleta por el Barrio de las Letras, descubrí en las mismas calles nuevas fachadas, sonreí al ver cómo abuelitos castizos salían de rezar al Cristo de Medinaceli y se entremezclaban con jóvenes extranjeros para brindar con vermú. Me emocioné, reí, se humedecieron mis ojos viendo Cinema Paradiso (una vez más, pero la pusieron en el tren y no me pude resistir).  Me quedé enganchada a su música toda la santa tarde. Pude leer los periódicos con calma, mirar el paisaje a toda velocidad por la ventana, reflexionar sin prisas. Me divertí viendo cómo dormían los dos personajes que tenía enfrente. (Bendita envidia!!) Olí a castañas en La Diagonal. Llamé para pedir perdón. Tomé una cerveza con una buena conversación, con alguien a quien quiero mucho mucho, que siempre me ayuda y me aporta. Le di permiso a mi estómago para cenar croquetas, tortilla de patatas, pastel de chocolate y otras cosas ahora prohibidas. Tuve a Mimí en brazos durante un buen rato, agarrándoseme con sus manitas. Me impregné de aroma de bebé. Me abrazaron fuerte. Las mariposas de mi cesto de playa volaron para convertirse en una Volkswagen surfera la próxima temporada. Caminé de madrugada por una Barcelona en la que el silencio de las calles solo se interrumpía por pájaros ocultos que no querían dormir.

Mañana seguiremos. De momento, me gustaría que Alicia nos contara sus cosas buenas, porque además, sé que irá acompañada de banda sonora. Y también que lo hiciera mi querido gruñón Jeremías, para ver si de esta manera, conseguimos asustar a Murphy.

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