NO SÉ EN QUÉ MOMENTO

Nos reíamos bajo las sábanas mientras tentábamos nuestros cuerpos con besos que sorteaban manchas del pasado. Las noches se convertían en paraísos en los que el aroma del otro se impregnaba con el peligro de no ser vetado.

No sé en qué momento nos vimos tomando café con los cabellos revueltos y los pies descalzos, sintiendo el frío de ese parquet que crujía con cada paso. No sé en qué momento, entre manos entrelazadas y espacios que decorábamos con intimidad,  se filtraron problemas de trabajo,  ápices de ilusiones, sonrisas confidentes.

Llegó con desorden el tiempo de huir, de esquivar el afecto y aventar la pasión, de correr hacia otros buscando un oxígeno más cómodo, una seguridad donde permanecer inmóviles.

Volvimos a buscarnos.

No sé en que momento consentimos vislumbrar las estrellas juntos, ni cómo aterrizamos en destinos donde olas insolentes nos sacudían sobre un arena mojada, mientras nuestros cuerpos temblaban desvelados. No sé en qué momento abrazos insensatos nos llevaron a aprender un único paso con estilos propios.

Sin meditarlo, pero con las miradas enganchadas, cruzamos esa puerta, ordenamos libros, diferenciamos espacios y toleramos que sin etiquetas la vida nos descubriera.

Llegaron ellos, se fueron. Cada uno nos robó un poco. Cada uno moldeó en nosotros arrugas que hoy, en susurros, narran todo lo que nos costó dirigirles en su camino.

Hoy seguimos riéndonos bajo las sábanas. Los sonidos son débiles y nuestras respiraciones lentas, el roce de nuestras pieles ásperas sigue deletreando secretos.

No sé en que momento dejarás de estar a mi lado. Busco, una vez más, tus ojos elocuentes. Están húmedos.

Busco esos ojos verdes que hoy, ya no pueden darme una respuesta.

Mª Eugenia

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