Una postal de Navidad

Llegas al mediodía a casa, como siempre con prisa, destiendes una lavadora mientras calientas algo en el micro. Sólo es lunes y estás agotada. Te ha costado levantarte, pero era simplemente cuestión de esa pereza que conlleva el frío, tenías ganas, la semana es corta, y los planes tienen buena pinta. Pero con el paso de las horas los ánimos han ido menguando. Líos de trabajo, emails agresivos, reuniones que no fluyen. Cansada.

Al llegar abres el buzón, esperando esa propaganda del chino de la esquina entre factura y factura. La sorpresa es que hay un pequeño sobre, con letra de niña y dirección de Bruselas. Sonríes antes de abrirla. Ya sabes quién es. Con cuidado averiguas el contenido.  Ahí está, tu compañera de familia a quien le ha dado por llamarte amiga además de tía, con la que compartes cotilleos y ayudas a acicalarse de señorita, el cariño de la casa te manda una postal de Navidad. Te emocionas al leerla. La benjamina te desea felices fiestas y te cuenta las ganas que tiene de estar en unos días en Barcelona. Además te hace reír con el atrezzo que le ha puesto. Acabas de comer pensando ya en los días de celebración que en breve compartirás con ella. Y con los Tri, y el resto de tu familia. Y con tus amigos desde ya. Huele a Navidad.

Pero el orden sigue mandando, y tienes que llegar a la agencia. Lo haces ya con otro mood, te notan en la cara el agotamiento, pero aún así has recuperado el buen humor. Toca irse de reunión, a ver cómo integramos al colectivo gitano, y con mucha esperanza presentas un proyecto en el que confías. Va bien.  De vuelta a  la oficina cierras emails, y te diriges a por la última tarea del día.

Aposentas a Ve´s_pita en casa y decides pasear. El tiempo se para por un rato. Simplemente observas sin pensar, consigues hablar por teléfono tranquila y sin darte cuenta estás  ya en el IE, con algo de susto y cierta nostalgia. Una sala de reuniones, como si no hubieran pasado esos seis años. Cuántas risas entre palizas y debates, cuántas conversaciones interesantes que no llevaban a ninguna parte excepto a estrechar unos lazos que hoy ya parecen irrompibles. Esta vez estamos 3+1.  Nos encerramos durante un rato para ayudar a Vencer el Cáncer, a elaborar un plan de acciones. Bostezas algo, pero tienes energía, lejanos están ya esos problemas que habían asomado por la mañana y que querrán volver a devorarte cuando amanezca.

Y tras unas cañas de despedida, de nuevo entras en casa. Sobre la mesa, la felicitación navideña. La relees y vuelves a sonreír. Han sido esas líneas las que, hace unas horas, han hecho girar tu día. Ha sido ese instante en el que quizás la Navidad ha empezado a hacer su efecto. O simplemente, una vez más, como ya cantaba Serrat, son siempre aquellas pequeñas cosas….

PD.: y sí, por supuesto, es importante la tangibilización. Poder tocar un Xmas, poder leer una letra. Es lo que tiene el papel. Sensaciones

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