SEAMOS MUDOS (y veamos The Artist)

Se nos llena la boca diciendo eso de El poder de la palabra. Con ellas nos comunicamos, nos expresamos, nos podemos entender de forma inmejorable.  La vida, afirmamos,  es más fácil hablándola….¿Seguro?

Salgo de ver The Artist, y de nuevo me ataca el mismo pensamiento. ¿No cuentan más los hechos? ¿No nos bastan determinados gestos? ¿No nos hablan las miradas?. Días antes un amigo me daba su opinión: “la película está bien, pero vaya….la historia da lo que puede dar de sí un guión sin palabras”…. ¿Seguro?

No me lo parece, la trama es todo lo simple, o quizás complicada, que puede ser la vida. Un hombre de éxito no feliz con su pareja se cruza con alguien que, de forma intensa pero fugaz, le hace sonreír, un galán que empieza a perder todo lo conseguido porque los tiempos son otros, dudando de él mismo, quedándose quieto, renunciando por incapacidad de lucha a un amor que crece a ritmo limpio, dando pie a un orgullo que puede más que el corazón. Y el final….tendréis que verlo, pero….¿no es así, a momentos, la vida de cualquiera? ¿No es esta la trama de montones de películas sobre las que al salir debatimos durante horas?…..¿Seguro?

Pero The Artist es muda, y entonces nos parece fácil, ligera. Porque es justamente lo que vemos. Son hechos, actos, sentimientos tan puros como visuales, sin que la palabra nos enrede, que es a veces realmente su único poder.  Hablamos, nos justificamos, prometemos, damos vueltas a aquello que, expresado a través de una sintaxis apropiada, parece lo correcto, lo fehaciente, así ya todo tiene sentido….¿Seguro?

No digamos que lo haremos, hagámoslo, que no lo volveremos a hacer, cambiemos pues, no digamos te quiero, queramos, no sentenciemos la solución, solucionémoslo. La fuerza de actuar. Que lo podamos ver, sentir, que no sea un ruido disfrazado de consistencia al escucharlo. Porque al final, sí, y tirando del manido refrán, a las palabras siempre se las lleva el viento. Y se quedan en un recuerdo que pesa y castiga, nuestras bocas lanzan un compromiso que pasa factura.

The Artist es una película bella, en algún momento algo lenta, con una estética en blanco y negro que nada requiere del color, una película en la que basta con disfrutar de ese rostro irradiado de Jean Dujardin (que lo borda como apuesto y atormentado George Valentin), cada vez que tropieza con Bérénice Bejo, una Peppy preciosa que quiere y sueña, y así consigue.

The Artist es sencilla, sólo porque no está ensuciada de palabras, porque sentimos las emociones. Emociones que no hacen falta ser contadas, basta con ponerlas en acción.

P.D.: con tanta polémica con los vecinos gabachos, hay que reconocer que en el cine nos siguen llevando mucha delantera. Hace un rato salía de ver “Declaración de Guerra”….otro peliculón…..

Deja un comentario

Puede utilizar estas etiquetas HTML

<a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>