Una velada con SERRAT y HERNÁNDEZ.

A Serrat se le quiere. En Barcelona, en Buenos Aires, y en Madrid. Serrat nos hace arder y luego recibe nuestro calor. El público de la capital se lo demostró una vez más el viernes por la noche, al grito de “Eres el Mejor” de una espontánea madura, se arrancó una ovación estremecedora que se repitió en cada momento álgido de su actuación, provocando la constante puesta en pie de cada uno de los espectadores.

Hace unos años asistí, en el Palacio de Vistalagre, a un concierto de cantautores, no recuerdo exactamente el motivo que les había reunido allí, ni quienes fueron todos los que estaban, pero no se me ha borrado ese momento en el que Serrat, que reaparecía después de haber vencido al cáncer, puso el pie en el escenario, y el Palacio se desplomó. El temblor de mi piel en ese instante se repitió antes de ayer ante la fuerza de Para La Libertad o la delicadeza de Las Nanas de la Cebolla.

Sumar El Noi de Poble Sec, cuya madurez pasados esos vint anys que tuvo vint anys le acerca con cariño al público de cualquier edad, con la lírica reinvindicativa de Miguel Hernández está cerca de ser un éxito asegurado, pero si además la escena se coloca  en la elegancia del Teatro de la Zarzuela, la nota de la noche no podía ser otra que sobresaliente.

Lleno absoluto y, entre las caras conocidas, la de la Sra. Chacón (que a pesar de las sandeces que escriba  Wieland, hay que aplaudirle que cada día luzca más estilosa -el viernes de top de gasa y sus bienmerecidos siempre pantalones-),  la de su inteligente marido el Sr. Barroso, y la del omnipresente Sr. de Paz.

Al empezar Serrat advirtió que el concierto era cerrado: ”Bienvenidos a este espectáculo, un concierto monográfico que recorre la poesía de Miguel Hernández. Es bueno y necesario advertir lo de ‘monográfico’ para que nadie se lleve a engaño, porque este concierto no admite otro tipo de canciones. Supongo que todos lo entienden”. Y no nos hizo falta. Sobró y bastó esa poesía susurrada golpeándonos a través de la música, que se nos materizalizaba  a través de imágenes especialmente cuidadas. Isabel Coixet, David Trueba, José Luis Garci, Bigas Luna y Javier Mariscal, entre otros, han sido los responsables de los videos que acompañaban cada canción acercándonos, aún más si cabe, a ese Mundo íntimo del poeta de Orihuela, lejos del De los Demás, cuyas letras, cien años después, siguen acercándonos no sólo a esas desagarradoras trincheras con el objetivo de no volver a caer en ellas, sino que nos ensalza con ímpetu al sentimiento del Amor como único medio para Conseguir Volar.

Y con  un Dale que Dale, con movimientos más rítmicos de los que Serrat nos tiene acostumbrados, sin duda aprendidos de la gira irónica con el maestro Sabina, nos despidió, dejándonos como Hijos perdidos entre luces y sombras, buscando nuestra noche, esperando el mediodía.

Hace unos días, en un debate de amigas al más estilo de parlar per parlar, llegábamos a la conclusión de que el mundo, en realidad, se dividía entre A aquellos que les gusta los cantautores, y Aquellos a los que no. Serrat rompe el argumento.  A Serrat se le aplaude estés o no cerca de su  género músical. Serrat es un carácter al que nadie puede decir que no.

P.D.: nos avanzó que en breve volverá, y esta vez con sus éxitos de siempre. No he sido nunca especialmente fan suya, pero me ha generado siempre aprecio. Ahora tengo claro que no podré  perderme sus Paraulas d’Amor.

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