Y damos las gracias a El Mundial.

En unas horas, se habrá acabado todo. Quizás alargaremos la resaca si somos campeones del Mundo, o quizás, en caso contrario, los análisis de la derrota y el sentimiento de victimismo perduren unos días más…pero en una semana, El Mundial de Futbol dará paso a conversar sobre los destinos de vacaciones, los stages y la pretemporada y, con un susurro un tanto lejano, sobre esa crisis que hasta septiembre queremos aparcar.

Y salvo desastre mundial, y nunca mejor dicho, nos volveremos de Sudáfrica contentos. Empezamos mal, y vamos a acabar como “campeones”. Ganemos o no, el sentimiento va a ser positivo. Es lo que tiene el fútbol, o es lo que tiene la vida, que un golpe de efecto hace ver las cosas de otra manera. No estábamos convenciendo a nadie con el juego de esta Roja con tintes blaugranas, pero ante Alemania hicimos gala de ese nivel que nos hizo campeones de Europa, y ahí estamos, en la Final, y como favoritos. Dicen que la suerte de la memoria es que puede ser selectiva, así que gracias a un partido glorioso, ya somos capaces de aclamarnos como dignos competidores en la última ronda, y si esta noche no damos la talla, o la suerte no está a nuestro favor, nos gustará pensar que…quién nos lo iba a decir….hemos sido justos finalistas de este Mundial.

Durante un mes, el fútbol se ha colado en la vida de todos, y nos ha dado color. Pocos, e incluso pocas, han vivido ajenos a este Mundial, y los pasos de La Roja nos han ido llevando a difuminar nuestro agitado día a día. La irritabilidad madrileña ante la huelga de metro quedó en un simple malestar tras el gol de Villa ante los vecinos lusos; durante unos días, los zarpazos de la crisis los hemos parado gracias a la maestría de Iker; y hasta ese sentiment de nació, tan exaltado en la manifestación de ayer, pasará a un segundo plano como los Ocho (ya está Villa) Magníficos de Guardiola alcen la Copa del Mundo con La Selección, que nos guste o no, acaba en N.

Vamos a darle las gracias a El Mundial por conseguir que ese gris, que nos lleva empapando a lo largo de los últimos meses, haya dado paso a un rojo mucho más cálido y unificador. Un rojo que algunos han querido tildar de controvertido, pero que se ha expandido por toda, esta sí que sin dudas, nación, dando lugar a risas, juergas, abrazos y emociones.

El Mundial ha generado polémica, y hemos asistido a discusiones de bar trasladadas a facebook sobre si era compatible salir en contra de la decisión del Constitucional y ver a la Roja, o sobre si esta selección debe admitir su influencia culé, o si gracias a ella, los antis de un lado u otro, deben darse  cuenta que el fútbol acalla la política, o al menos, puede ir un poco más lejos.

Pero especialmente le vamos a dar las gracias al Mundial por acercarnos a los de mucho más allá. Desde Sudáfrica hemos traspasado fronteras. Es un sentimiento humano tomar partido, así que siguiendo los partidos, nos hemos aproximado con cariño, y cada cual por sus razones, a uruguayos, argentinos y, hasta hoy, incluso a holandeses. El mundo ha estado más cerca, únicamente por el simple juego del balón.

Aunque, por supuesto, este mundial pasará a la historia, al margen de por nuestra primera final, y esperemos que victoria, por el Mundial del Pulpo Paul. Y esta vez no ha sido la España del toro y la pandereta quien ha caído en la euforia de un pulpo con bola de cristal. Imaginémonos si Paul en lugar de ser germánico, hubiera sido bautizado como Pablo en las rías gallegas. Será que, con la euforia del fútbol, hasta los súbditos de Merkel, seguidos por medio mundo, olvidan su estructurada razón para pasar a la anhelada ilusión.

Damos las gracias a El Mundial, por habernos entretenido durante un mes, por habernos ofrecido algo de buen fútbol, y por habernos hecho madurar. Una España muy catalana ha llegado a la final, no nos rasgaremos las vestiduras por aceptarlo, ni por afirmar tampoco que no es el Barça quien esta vez está en el campo. Vamos a alegrarnos de que esos jugadores estén allí, que nos hayan obligado a sacar y unir banderas desde Cádiz hasta Sitges, pasando por Madrid, y de que, durante un mes, España haya sido comentada no por su incumplimiento económico, sino por jugar a fútbol con clase y fair play.

P.D.: y esta España madura, ha tenido su premio, al menos hasta hoy, con la suerte de los campeones, porque como bien anotaba Hugo, el partido “carambola” contra Paraguay hace unos años, nos hubiera mandado a casa.

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