Harvey Milk, ¿Qué es normal?

“Mi nombre es Harvey Milk, y estoy aquí para reclutaros”. Con este grito de “guerra” empieza la vida política del primer homosexual en llegar a un cargo político en Estados Unidos. Harvey Milk, activista gay instalado en el barrio de Castro, alcanza, en 1977, el cargo de concejal de San Francisco, convirtiéndose de esta forma en el primer homosexual declarado en tener un cargo político en Estados Unidos. Un año más tarde, muere asesinado por un compañero víctima de unos celos asfixiantes.

Sean Penn se sumerge de manera brillante en el papel de protagonista de la película, “Mi Nombre es Harvey Milk”. Bien narrada, curiosamente filmada, ambientada en esos años hippies y de revueltas por los derechos sociales, el film de Gus Van Sant nos acerca a una realidad pasada….que hoy sigue siendo realidad.

Y no, no es realidad por la noticia de hace unos días de la victoria del referéndum en San Francisco, por el cual los grupos conservadores han conseguido que se derrocara la decisión del Tribunal Supremo de California, que garantizaba el derecho del matrimonio homosexual como un derecho constitucional de dicho Estado. Y no, no es realidad porque aún hoy sigan habiendo muchas Anita Bryant’s camufladas que se lanzan a la calle para polemizar sobre el riesgo de la sociedad ante esos gays que rompen el sentido de la familia. Y no, no es realidad porque la que escribe, aún cuando a la escena en la pantalla o en la calle, le tocan besos y caricias entre dos personas del mismo sexo, se siente incómoda, y le invade el rechazo.

Pero si, si que hoy es realidad porque ser homosexual es algo aún “no normal”. Porque he conocido a mi primer “amigo gay” hace seis meses, pero lo conocía como amigo “normal” desde hace seis años. Quizás porque cruzar la frontera le convertía en alguien diferente, y para eso había que estar preparado. Porque con esos términos de normal y no normal, tan simples pero tan categorizadores, de forma innata y sin querer, nos referíamos hace unos días, sus amigos íntimos una y otra vez, para poder distinguir su vida de la nuestra, conversando con cariño y naturalidad sobre su nueva forma de vivir, o…mejor dicho, de elegir. Pero en la verdadera realidad, en esa por la que el ya ha optado, su vida es como la nuestra, y sus sentimientos y emociones, bastante parecidos. Pero ahora no, ahora él “ya no es normal”.

Harvey Milk
repite una y otra vez a sus seguidores que es necesario que salgan del armario para que todo el mundo pueda ser consciente de que conoce uno. Porque sólo así dejan de ser alguien diferente, para ser alguien que está en tu misma vida. Y serán minoría, pero una minoría normal. Una minoría que no necesita reivindicar sus derechos con carrozas ni manifestaciones. Una minoría aceptada porque uno de ellos, probablemente es amigo nuestro, y sabemos que si es normal.

Harvey Milk luchó por una libertad desde su propia condición. Creo que para los que somos heterosexuales, la lucha empieza por apartar esos rechazos que nos surgen de forma innata e incontrolable, por cambiar esa mirada diferente con la que observamos a esa minoría. Nuestra lucha empieza por ser racionales y hacer el ejercicio de ampliar el término “normal”. Un término que al final, y como término subjetivo que es, sólo depende de cada uno de nosotros.

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