La Reina quería estar más cerca, y decidió hacerlo hablando. Pero Doña Sofía ha entonado opiniones con demasiada fuerza y demasiada voz, y quizás el resultado ha sido conseguir estar más lejos, porque parece ser que España aún no está preparada para que los Reyes puedan hablar.
Jugar a Reyes y Princesas es algo poco lógico, o poco sólido, en pleno siglo XXI. Gozar de una autoridad determinada, de privilegios, de curiosas responsabilidades, sólo porque un día uno nació Rey, no tiene, bajo mi punto de vista, ningún tipo de justificación racional en los tiempos que corren. Con libertades y democracia, lo justo sería que pudiéramos votar a quién queremos como símbolo de nuestro país, y más cuando ya parece que está claro que lo de “ser Rey” no se nace, sino que se hace, que si no poca coartada le queda a Doña Letizia. A pesar de ello, soy de la opinión que nuestra familia real suele actuar de forma normalmente ejemplar y coherente, y aunque mis recuerdos del 23F son vagos y aún más los de la Transición, cierto es que por la estabilidad política que hemos conseguido desde entonces, sería suficiente justificar el papel de Juan Carlos I hasta día de hoy.
Pero nos hacemos todos mayores, y si mis recuerdos son leves, los de las generaciones futuras ni existen, y para la sociedad que sube, y para algunos de los que ya crecimos, quizás lo de los reyes y reinas empieza a ser un cuento de cuento. Y no sé si la solución es que la Monarquía se acerque al pueblo, o que definitivamente, el pueblo se aleje de la Monarquía.
Lo que sí parece claro es que desde La Zarzuela han optado por lo primero. Y Don Felipe, de repente, se nos se casa con una plebeya de la televisión, que encaja bastante poco con los cánones de una monarquía tradicional y, aún cuando corren los chistes del suceso del Rey, saltándose las formas, cual ciudadano de a pie, ante las impertinencias de Chávez, y estamos asumiendo la separación de la Infanta, sin darnos ni cuenta, nos llegan los 70’s de Doña Sofía rompiendo el voto de silencio propio de nuestra monarquía. Y la Reina, una figura siempre amable y tranquila, se suelta y habla.
Pero parece ser que no lo puede hacer, que la Reina no puede tener voz. No es tanto lo que opine, sino que opine. Y toda la España mediática, y parte de la España política se levanta con revuelo. Y es cierto que se ha excedido opinando, de eso no hay duda, y que hay asuntos sobre los que hubiera sido más adecuado no entrar a juzgar, pero lo ha hecho.
¿Y qué?. ¿No podemos distinguir su labor como símbolo, de su persona como cabeza pensante? ¿Nos cargamos su papel de embajadora siempre correcta, estando donde tiene que estar, actuando con las formas adecuadas, sólo porque resulta que la Reina si tiene opinión y que, por una vez, nos la hace saber? ¿No puede, a pesar de que ahora ya sabemos lo que piensa, seguir realizando sus tareas como siempre sin reproche? ¿No nos imaginábamos que la Reina, a sus 70 años, tuviera dicha manera de ver las cosas?.
A mí, personalmente, si me ha interesado ver qué es lo que pasa por la cabeza de una persona que, desde que tengo uso de razón, ha sido relevante en el panorama nacional. Y quizás porque tampoco nunca la he sentido como Mi Reina, sino simplemente como La Reina, me parece atractivo conocer sus reflexiones acerca de la actualidad de hoy, al margen de su papel como símbolo.
Y no estaremos de acuerdo, o solo en parte, con muchos de sus puntos de vista, pero la Reina, con sus declaraciones en el libro de Pilar Urbano, ha dejado de ser alguien de salón para ser alguien humano. A los Reyes tal vez no se les permite, pero entonces quizás deberían dejar de serlo. No tiene sentido creer en unas figuras que no piensan, que no opinan, que no sienten ni padecen. Eso es lo Real, pero no real. Y por tanto, o ampliamos el término, o asumimos que esto no tiene sentido.
Anoto sólo como apunte la nueva teoría de la posible relación del Opus Dei y la Reina como causante de este desmeleno de nuestra monarquía. He leído hoy sobre ello, pero dejo en abierto por falta aún de información.
Seamos conscientes que el mundo evoluciona, que con un poco de suerte, el miércoles, el hombre más influyente en la política internacional será un joven, negro, y con ganas de cambiar las cosas, con un aire nuevo y moderno. Empecemos a cambiar también en nuestro país, asumamos que en pleno siglo XXI los Reyes ya no son de cuento, y que si no, habrá que quitarlos del cuento.
Viva la República! 😉
Viva España, viva el Rey!!
Paxil….
Paxil. Paxil weaning….