Sucedió hace un par de semanas y aún sigo pensando en ella. Era lunes pre_navideño y el día había comenzado torcido. Noche en la que el insomnio decide hacerte un pulso y lo gana regalándote sólo una hora de descanso, y pintando de negro todos los escenarios por los que pasas a lo largo de esa velada infinita, primera reunión del día en la que apareces haciendo saltar tu iPhone por los aires y rompiéndose esta vez su pantalla, al tiempo que te das cuenta de que has perdido un pendiente que estrenabas. Sólo quieres llorar y no procede, o volverte a casa y anhelar que sea martes, pero te aguantas y al final llegas muerta pero viva a esa cena con María y mi Mª de las Victoires (a Marta la echamos de menos) de la que simplemente esperas muchas risas y compartir la ilusión propia de la época.
Como la puntualidad es vicio de la que escribe, aterrizas la primera en Guzmán El Bueno y te toca esperar, te entretienes con lo que queda del teléfono, y de vez en cuando, miras hacia la puerta. La ves entrar. Es una anciana bajita y extraña, con unas gafas que se comen su cara pero no sus ojos, con unos rizos canosos bien peinados y unos labios rojos perfectamente dibujados. Esperpénticamente vestida. Dudas si va a pedir lismona, pero se dirige firme hacia una de las camareras. No le das más importancia, y la pierdes de vista.
Empieza ya nuestro ágape, nuestra puesta al día con detalle porque los meses han pasado y hay mucho que contar, cada vez menos de ese mundo laboral que nos unió, y cada vez más de nuestras historias, de esas parcelas de nuestras vidas que con confianza y cariño nos hemos ido arañando. De repente alguien nos habla. Es ella. Ha estado sentada a nuestro lado y ni nos hemos fijado. Nos interrumpe y nos pregunta si hemos estado antes en este sitio. La miramos con cierta extrañeza, y de forma educada le contestamos que no. Nos cuenta que a ella le gusta cerrar su día allí. Que cena en casa pero que baja siempre a tomarse su café con leche. Que está sola, que sus hijos están lejos, pero que uno antes trabajaba en ese local, cuando aún no era un mexicano. “Porque como este sitio no hay ninguno en Madrid, verdad?”. Mentimos de forma piadosa y decimos que no, no hay ninguno. Para qué quitarle la ilusión. Y se repite. Reímos, sonreímos, nos incomodamos, le damos conversación, intentamos seguir con la nuestra. Ella vuelve a su café, pero se introduce de nuevo. Y se repite. Otra vez lo mismo, en diferente orden. Sabemos ya que fue cantante, y dónde vive, y la vida de sus hijos. Y queremos continuar hablando, pero ninguna la corta cuando ella nos reclama atención. Por educación, por gentileza, porque ella sólo quiere contarnos su historia, como nosotras lo estamos haciendo. Pero ella está sola. Así que la escuchamos un rato más, hasta que decide irse, despidiéndose agradecida, con multitud de piropos para las tres. Nos quedamos algo raras. Comentamos divertidas pero con cierta tristeza la situación, y seguimos a lo nuestro.
Desde entonces pienso en ella. ¿Qué habrá hecho estos días? ¿Con quién los habrá pasado? ¿Seguirá bajando cada noche? ¿Será siempre la misma historia para todos?.
Y pienso que en esta época en la que todo son listas que nos resumen el año y propósitos para el que viene, quizás lo único interesante sea repasar todas esas historias que nos han contado, con más proximidad o menos, e intentar que nos las sigan contando, tener tiempo para escuchar, y para hacer salir las nuestras, tiempo para construirlas. Porque tal vez sólo se trate de eso, de historias para compartir. De historias, suyas, tuyas o mías, que nos ayuden a conocernos. De historias, suyas, tuyas o mías, que nos sirvan, sólo por escucharlas, para poder entendernos.
PD.: por supuesto, el día acabó mucho mejor de lo que había empezado. Por ver a Vicky y María, y por conocerla a ella. De la que no, no sé su nombre. O simplemente, ya no me acuerdo.
pues esperemos que no haya estado sola aunque creo que eso solo va a ser lo que queremos creer…..
…. eso me parece a mí…. :-(((((((
Doncs tens raó, Pita, molta raó… El Nadal no es bonic per tothom…
no, suposo q. no….sort q tenim!!!
Per cert, et vaig deixar un missatge de felicitació de festes, etc,….. :-)))))))
feliç any Juanito!!!!!
Durante un tiempo me senté en los bancos de los parques para hablar con vagabundos que me permitían grabar sus historias en vídeo. Era un proyecto personal. No pude acabarlo. Demasiado dolor en aquellos corazones.
Petons.
hoooola Jordi!!! quant de temps !! :-))) cómo estás? Bon any!!
pues me parece que el proyecto debía ser precioso. Pero me imagino que sí, que muy duro de desarrollar. Qué experiencia!!
Molts petons!!!
Sí, Pita: El proyecto era muy, muy interesante, pero no estaba en mi mejor forma para afrontarlo. Creo que sobreestimé mis fuerzas. De todas formas siempre he valorado mucho los intentos, aunque no lleguen a un final concreto. Esa expeiencia ya no me la quita nadie. More kisses!!!
Esa es siempre la actitud!!! petons!!!!