Hay viajes, por cortos que sean, que te hacen crecer. Quizás es algo que ocurre en todos, por eso de conocer otras culturas, abrir la mente y la retahíla de ventajas de las que presumimos quienes nos gusta hacerlo (el viajar, no el presumir, que también). Pero hay viajes en los eres consciente de que creces en cada paso que recorres. Quizás por el destino, quizás por el momento de cada cual, quizás porque confluyen ambos. Hay viajes en los que creces…haciéndote pequeña.
Despegas sin calentamiento previo. Acto inmediato vas tomando distancia de las preocupaciones que te desvelan, como si las dejaras reposar en cada nube sobrevolada, sabes que las recogerás a la vuelta, ya veremos cómo. Te vacías de forma inconsciente para poder absorber todo lo que va a inundarte luego. Relees a Enric González para entrar en contacto con esa Nueva York que no visitas desde hace quince años, cuando tus tacones no alcanzaban los más de diez centímetros. La perspectiva, por fuerza, no va a ser la misma.
Y ahí está la abrupta Manhattan. El reloj empieza a contar, los estímulos comienzan a sucederse mientras intentas no perderte un ápice de lo que pasa en cada esquina. Porque pasa. Porque Nueva York palpita cada segundo y en cada metro cuadrado. Nueva York es un presente que no se para, en el que todo vale, no importa de dónde eres ni hacia dónde te diriges, no importa quién eres, si has llegado a Nueva York será que quieres exprimir el momento, disfrutar de cada oportunidad que la ciudad te ofrece, todo en estado superlativo. Nueva York es una diosa ante la que te rindes, que te deja soñar con lo que desees, que te permite observarla en la corta distancia, que te incita a adentrarte en ella, sin miedo, hablándola de tú a tú, consintiéndote por un rato, o por cuanto quieras, ser a newyorker. Mientras, creces.
La ciudad se reconstruye con rascacielos por aquello de aferrarse a mostrar que aún controla el mundo, al tiempo que se reinventa con gusto exquisito dando forma a barrios amables y cool en los que cada tribu encuentra su espacio, barrios en los que apareces tras desoladas avenidas gigantes que te recuerdan que siempre hay algo detrás que descubrir. Los más chic pasean por el Soho y alternan por NoLita, los culturetas bohemios se arraigan en TriBeCa mientras Chelsea es invadida por los artistas, las seguidoras de Doña Bradshaw se afianzan en el Meatpacking District y los hippies cruzan a Brooklyn para asentarse en Williamsburg, los estudiantes se han vuelto de lo más fashion en el Lower East Side, y la aristocracia amanece respirando el Central Park para arrasar sin despeinarse por La Quinta. Chinatown y el Financial District, a pesar de Las Torres, siguen como los dejé.
Nueva York es lujo y es consumo, es arte y ocio en estado superior, es estilo y gente guapa, y gordos, pretzels y hot dogs. Es libros, canciones, series y películas, es oxígeno verde, mar sin horizonte y cielo azul. Nueva York es asfalto que quema sin doler sobre naikis o tacones. Es bicis, running, taxis amarillos y un metro descascarillado. Nueva York son cebras humanas, y speakeasy a desvelar. Nueva York juega en otra liga. Es amable y excéntrica, te sonríe y te saluda, en Nueva York la vida ocurre y se disfruta, con una copa en mano, con la mejor hamburguesa o el más delicious cupcake. Tendrás que hacerte tu hueco, tendrás que querer alzar la vista o mirar con profundidad, darte cuenta de el presente es todo lo amplio que tú quieras, tú eliges.
No pasarán quince años más. Te lo prometes al volver, empiezas a otear de nuevo aquello que te inquietaba al arrancar. Ahora todo es más pequeño, o quizás, tú más grande. Te sientes afortunada por lo que tienes. Te sientes afortunada por haber redescubierto la Gran Manzana. Vuelves de Nueva York. Anything Goes…
P.D.: y sí, como quien no quiere la cosa, almuerzas al lado de Armani en el Pastis, chocas con Philip Seymour Hoffman en una esquina y eres un poco Carrie en el 66 de Perry St. Te sientes muy alternativa disfrutando un mediodía de una obra oscura en el teatro independiente del marido de Sigourney Weaver, y eres una turista empedernida pagando el musical en Broadway. ¡!Es lo que tiene Nueva York!!!
como siempre lo has “bordado”
jajajaja…..mil gracias Queen!!!!! Estoy segura que las sensaciones no hubieran sido las mismas con otra compañía… NY se sale por ella misma, pero el viaje fue tan interesante y taaaaaaaaaaaaaan “exprimido” gracias a todas las conversaciones, reflexiones y a compartirlo con los “ojos” tuyos y de María!!!!
Pita, me encanta ver que lo pasastéis tan bien, la verdad es que es un lujo de ciudad, y estoy de acuerdo contigo que la compañía también es muy importante, espero que nos vemos pronto y me contéis detalles de vuestro viaje.
Besotes
Gracias muuuuchas Carmentxu!!!!! lo de la importancia de la compañía en cualquier faceta de la vida, el mejor grupo q ha pasado por el IE lo tenemos clarísimo, verdad??? :-)))))
quedamos en cuanto pase mis exámenes, y comentamos el viaje, a ver tb tus impresiones!!! besotes muchos!!!!
Anunque ha sido la primera vez, he sentido lo mismo, por supuesto que no lo puedo expresar mejor, ¿repetiremos? ó no!!!!!
claaaaaaaaaaaaaro que repetiremos!!!!!! las cosas buenas hay que vivirlas por lo menos…..2 veces!!!! :-)))))) mil gracias y me alegro q. te haya gustado mucho Jose!!!
Pita! Tengo una amiga que se ha picado al leer el post y va en junio con su marido!!
Besos
jajajaja…qué ilusión, y cuánto me alegro!!!!! pq ade+ es q. les va a encantar!!!! besos y graaaaacias Rachel!!!
Si es que NY da para eso y mucho más. Me alegro mucho de que lo disfrutarais….! A la próxima me apunto. Quiero un plan giros ya…!
gracias guapa!!!!!
Dsd luego!!! y entre NY y NY….nos iremos tomando unos cosmos en la capi, no???
:-)))))))