TRADICIONES… (Feliz Navidad!!!)

Solía ser domingo por la tarde, aquella misma mañana, con las trenzas y lazos ahogados bajo los verdugos de lana, brincando sobre las merceditas, nos habríamos agolpado en Santa Llúçia de la mano de mamá con la tarea de comprar el árbol, el musgo y la figurita nueva de ese año. La excitación iba in crescendo hasta por fin el momento de bajar las cajas y rebuscar sin piedad el resto de pastorcitos, de decidir en qué esquina situaríamos el portal, de debatir a conciencia si podíamos nevarlo, de recortar el papel de plata en forma de río, de elegir el color del rancio espumillón que a juego con las bolas engalaría el abeto. Una vez la obra maestra estuviera saldada, correríamos a llamar a la puerta de enfrente, a repasar cómo había quedado el belén de los primos, no fuera a ser mejor que el nuestro.

Y era así como se lanzaba el pistoletazo de salida: con la casa ataviada. A partir de ese momento, los angelitos y una extraña paloma de los de Oriente nos estarían vigilando, había que portarse bien no fuera a ser que se lo contaran a los Reyes y se desplomaran demasiados juguetes de la carta. Iríamos de sarao en sarao aprovechando la ocasión para lucirnos con el villancico o el verso que las monjas nos hubieran enseñado, reiríamos incluso más que el resto del año, estrenaríamos vestidos, tomaríamos chocolate con melindros, turrones, y nos abrazaríamos a los abuelos y tíos como si el día antes no nos hubiéramos visto. Era un entusiasmo constante, y algo que hoy, con la nostalgia ya azotando, podríamos definir como felicidad (sentimiento que, por desgracia,  y según los expertos, actualmente parece ser que sólo puede alcanzarse por minutos).

Desde hace unos días unos cuantos personajes se han hecho hueco encima de la cómoda de mi casa.  No, no son pastorcitos y el portal de “mayores” luce solo en un simple rincón de otro mueble. Son integrantes de un supuesto cuento de Navidad, y tienen pinta de felicitarse diciendo “Merry Christmas”. Aún así, también fue un domingo por la tarde cuando se dieron paso, cuando salieron de la caja y fueron colocándose sobre una arenilla de corcho, cuando decidieron que sí, que habría nieve, y que patinarían sobre ese lago helado hoy ya firmado por albal. Junto a ellos, ha encontrado su esquina el árbol, más de plástico que con olor a bosque, pequeño, porteado en una bolsa desde el chino, pero que disfruta de unos colgantes de los que se siente bastante orgulloso.

Sí, la casa está lista, ya se ha filtrado La Navidad. Han empezado las cenas, las comidas, las copas, las felicitaciones. Hemos vuelto a visitar Santa LLúçia y la Plaza Mayor, observando ahora las caras curtidas en las casetas y preguntándonos qué harán el resto del año, con ilusión escrutamos esas luces que transforman las inclementes vías en cálidas calles, nos aplastamos por conseguir aquel o el otro regalo, pero esta vez enfrentándonos a la cara del dependiente nos surge un “Felices Fiestas” en tono dulce. Estos días todo es más fácil. Nos ponemos guapos, nos achuchamos, nos damos besos. Tenemos ganas.

Dicen que las tradiciones son para romperlas, quizás a veces basta con que simplemente evolucionen. Basta con dejar que den paso a todas esas emociones que vuelven, que nos provocan sonrisas, que nos hacen mejores. Tal vez sólo por inercia,  tal vez sólo….. porque es lo que La Navidad tiene….mucha piel…

Felices Fiestas!!!

P.D.: este año el Almendro se debate entre Madrid y Bruselas…!!qué ganas de que lleguen!!!

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