“Hay personas con las que se crece. Uno no sabría muy bien a qué responde el que a su lado nuestro espíritu fructifique y se esponje. No son necesaria, ni estrictamente mejores, pero resultan determinantes para nosotros”.
Quizás porque el pasado lunes, viajando en tren, leí esta frase que daba inicio a un artículo de la revista Psychologies titulado “Crecer Contigo”, quizás porque una hora más tarde, al pasar por Castellana 60 sonreí de forma inconsciente al dejar a mi derecha ese edificio que nos unió, o quizás porque ayer recibí una llamada desde París, moviendo teclas para “estar” cuando una lo solicita….quizás, sólo quizás, por esas tres pequeñas razones, hoy me he decidido hablar de ELLOS. Hoy les toca estar en este blog.
A lo largo de la película de nuestras vidas, muchas son las personas que nos acompañan en los diferentes capítulos en los que evolucionamos. Algunas de esas personas son compañeros de reparto desde nuestra infancia, son familia y amigos de juventud. Otros se han ido incorporando a nuestra serie sin darnos excesiva cuenta de que aparecían y que los escogíamos para ir grabando episodios. Todos ellos se van haciendo un hueco en nuestra historia, porque todos ellos, con el tiempo, pasan a compartir con nosotros infinidad de momentos, y su contacto va sirviendo, poco a poco, y en mayor o menor medida, para formar ese “yo” que somos hoy.
Pero otras veces, resulta que se incorporan a nuestra vida Guest Stars especiales a quienes, en ese momento determinado, uno es plenamente consciente que les está abriendo sus puertas. Especiales porque a medida que les vas dejando entrar, te das cuenta que ya están sumándote, y empiezas a saborear con consciencia ese presente cerca de ellos. Y sin restar importancia a la influencia del momento vital de cada uno, porque no dudo que aparecen en tiempos en los que uno mismo está abierto a “algo más”, y ya sólo por ello, uno es capaz de empaparse más de lo que recibe, sin restar importancia a eso, sabes que ellos si son diferentes.
Y esa fue la sensación que se fue forjando a medida que intimaba con mis cinco compañeros del FORO, cinco personas con un encanto determinado y diferente entre ellos, y quienes, acoplándose como grupo con una sintonía inusual en un tiempo tan corto y con unas edades, a priori tardías para hacer pandilla, supieron dar mucho más de si, y crear un halo entre ellos que les hacía, en un momento determinado de su vida, más fuertes, más sólidos, y a mi parecer, mejores.
Decía ese artículo que me hizo pensar, que estas personas que te ayudan a crecer, nos desafían a buscar, a perseguir y, sobre todo, a soñar. Todo ello con afecto, porque sin el mismo, dice Ángel Gabilondo, autor del texto y rector de la U.A.M, no hay modo de crecer.
Así fue la relación entre los integrantes, hoy amigos, de ese FORO IMAGINE, con mayúsculas. FORO porque todo el mundo tenía voz, e IMAGINE porque no había límites en los planteamientos. Con frescura y cariño, simpatía, y ganas de arriesgar, cada semana plantaban cara a la institución educativa que les había reunido, intentando siempre resquebrajar ciertos clichés. Sin ningún objetivo de polemizar por simple rebeldía, sino movidos por cierta diversión y con la ilusión de mostrar que creían en otras facetas posibles para construir un alrededor mejor.
Y fueron muchas conversaciones con sentido, infinitas risas demasiado sonoras que amenizaban los ratos y creaban ganas de cuidar esa relación, entrañable apoyo, y una gran sensación de bienestar lo que se fue forjando a lo largo de unos meses. Traspasamos la frontera de lo superficial o puramente académico, para intimar y descargar sentimientos de admiración, emotividad y respeto.
Personalmente fui consciente de que esa era una época especial. Tal vez era la hora de crecer, y por ello una daba pasos para delante, pasos que no se materializaban quizás en acciones drásticas, sino simplemente en nuevas formas de captar y plantear, que hacían “engordar” mi interior. Quizás era “que tocaba”, pero sin ellos al lado, no hubiera sido capaz de sentirlo de tal modo o de ser consciente de que ocurría.
No será ni la primera ni la última vez que personas se cruzan en el camino de uno mismo para hacerlo más rico, personas influyentes. Hay sólo que parar a pensar, porque todos hemos chocado con algunas de ellas.
Me contaban que el guionista y escritor Albert Espinosa las denomina “Amarillos”, aunque él marca como requisito para considerarlas especiales que su presencia sea efímera, sólo dejen huella y marchen. No es el caso de este FORO, que aún respira aunque sea de forma más espaciada. Un FORO que fue capaz de marcar una etapa especial y del que, ya sólo por ello, siempre da gusto hablar. Un FORO que conoce de largo todo lo que he escrito en estas líneas, pero hoy era con el resto de vosotros con quienes los quería compartir.
Deja un comentario