La misma mirada perdida y sangrienta. La misma nariz ancha. El mismo pelo rígido. La misma piel oscura. La misma ropa ancha y simple. La misma sonrisa tímida. El mismo hola con cantinela, acompañado de “un guapa” de vez en cuando. No distingo entre uno y otro. Tampoco los quiero mirar demasiado, me adueña una sensación incómoda. Y en cada esquina me encuentro a uno….¿Pero son diferentes, no? Porque uno tiene DVds y Cds en el suelo, porque otro me enseña La Farola, porque a ése le cuelgan del brazo bolsos falsos, y porque el siguiente me ofrece colgantes hechos a manos. Ah sí, pues será que no es el mismo, que son diferentes.
Diferentes entre ellos. Y por supuesto, diferentes a nosotros. Ah sí, entonces ¿Qué hacen aquí? ¿Cómo es que se “han colado” entre nosotros?. Si son diferentes, que no estén. ¿Y qué hacemos con ellos?
Estremecedor es el reportaje que veo la noche del domingo en La 2. No estoy segura de si el programa se llamaba Crónicas, ni tampoco si el título era “Al otro lado del océano”. De lo que sí que estoy segura es que se me atragantó la cena conociendo quiénes son esos….Los Diferentes. Que lo sabemos de lejos, ya desde pequeños nos comíamos la última cucharadita….“por los niños negritos del África”. Entonces era sólo una imagen remota. Pero hoy están aquí, aunque es mejor guardar distancias, porque son diferentes, y porque así el peligro de un cargo de conciencia se reduce. Ojos que no ven, corazón que no siente. Apartemos la vista entonces, como si no estuvieran.
Pero, ah sí….Resulta que si están en cada esquina, y si son “alguienes”. “Alguienes” que arriesgan su vida por llegar a otra tierra, y no porque hayan decidido sentirse como Robinson Crusoe e ir en busca de aventura. Probablemente, ni sepan quién es. Sino que decidieron conseguir ahorros para subirse a un barco, porque les habían hablado de que “en el otro lado”, de que en esta tierra diferente (porque para ellos tampoco somos iguales), tenían una oportunidad, algo qué hacer, una manera de salvarse. Y no únicamente ellos, sino sus familias. Porque vienen solos en presencia, pero muy unidos en pensamiento.
Y aunque para ellos tampoco somos iguales, la diferencia es que ellos creen que somos mejores, y por eso llegan con ilusión, con ganas, sin la voluntad de hacer daño a nadie. Sólo llegan para sobrevivir. Porque esos “alguienes” son Personas, y como Personas, tienen innato un instinto de supervivencia.
Pero no, para nosotros, ellos son peores, así que no les recibamos, nos les miremos, saquémoslos de nuestro lado.
5.422 inmigrantes han llegado este año en 83 cayucos a las costas canarias. Los datos los recogí de un artículo publicado en El Mundo el jueves 4 de septiembre. El titular contaba que 14 de ellos habían muerto en la última patera antes de llegar.
Y el reportaje me explica qué pasa cuando ellos tocan tierra. Se quedan los menores de 18 años, sin DNI la forma de saberlo es a través de radiografías de no sé qué hueso. No estoy atenta a ese dato. Y entonces se empieza el trabajo con ellos. No saben hablar español, como mucho en Gambia han aprendido a balbucear el inglés. Y se trabaja para educarles, para enseñarles cómo seguir adelante en la vida. Se les curan las heridas físicas, muchos han llegado deshidratados, o con quemaduras graves, o han bebido agua salada durante el trayecto y tiene brotes en la piel. Un trayecto en el que, si consiguen sentarse, no pueden moverse, porque sino pierden el sitio, y estar de pie más de 15 días atravesando el océano no parece gesta cómoda. Y se les curan también las heridas psicológicas. Llegan con ilusión pero con miedo, con sensación de soledad. Los educadores realizan tareas de profesores y familia.
Reciben 30€ a la semana que suelen utilizar para llamar a casa y decir que llegaron, que están bien y contentos. A los 18 años deben abandonar los centros. Tienen entonces que haber conseguido un trabajo para mantenerse, porque si no serán trasladados de nuevo a sus orígenes, a dónde quieren volver en unos años, no para quedarse, sino para ayudar a quienes dejaron allí. Con la mayoría de edad pasan a compartir piso con otros “como ellos”, y aprenden oficios. Algunos se cuelan en algún deporte e intentan ser futbolistas profesionales de los equipos del lugar, otros prueban éxito en la restauración. Nos cuenta el reportaje que hasta la fecha, pocos han llegado a esa edad y que los educadores temen el momento en el que sean demasiados los que tengan que salir del centro, y sea difícil que los absorba la demanda laboral.
De los que pisaron la costa ya mayores, es cierto que muchos escaparon controles, y por las esquinas se ganan la vida corriendo ante la llegada de la policía…. No distingo entre uno, y otro…¿pero son diferentes, no?
Es obvio que hay movernos por y en la legalidad, que hay que desarrollar políticas de inmigración con sentido (últimamente los disparates xenófobos de los políticos de un lado y del otro me tienen “epatée”), y que hay que intentar que no sea una utopía el conseguir el desarrollo económico de sus países de origen, para que puedan dejar de ser diferentes.
Pero mientras tanto, despertemos el lado humano que todo tenemos. Son diferentes, pero no peores. Sólo escapan de una situación mucho peor. No sé si todos tendríamos agallas de arriesgar como ellos, pero entendamos que no están aquí para “ennegrecer” nuestro paisaje, sino para hacerlo más sensible. Para mostrarnos una realidad que ahora está mucho más cerca de nosotros que esa última cucharada que nos obligaban, por suerte de haber nacido en lado fácil, a comer.
Gracias por la reflexión Pita.
Creo que todos en nuestro interior somos conscientes del drama que sufren estas personas pero no dejamos que aflore porque es incómodo y nos produce desasosiego.
Creo, que vivir alejados de ellos y mantener la distancia es muchas veces una forma de protección frente a estos sentimientos.
Un beso
Javier
Gracias a ti Javier.
Creo que es dificil vivir alejados de ellos cuando los tienes al lado. Y no sé si nos protegemos, lo que pienso es que por de pronto, hay que mirarlos como “alguienes”. Ni esconder la mirada, ni bajar la vista, porque son personas, sólo que simplemente vienen de otra realidad que no eligieron ellos, simplemente les tocó.
bueno….que más besos, y más gracias