Y fichamos en Cibeles, y nos llenamos de Glamour…….

Ayer, entre el glamour de Cibeles, me fui a la playa con Agatha Ruiz de la Prada.  La diseñadora no sorprende en estilo, pero “Nuestra Pasarela” este año si ha pegado un estirón, y entra en plena forma en la madurez de la moda.

Para marcar su nueva vida, ha tenido que cambiar de nombre. “Ella” no va a ser menos. En un intento más de acercar al atractivo internacional esta España que pretende arrasar en  derechos sociales, ahora, como la de Nueva York o Milán, a nuestra semana de la moda la llamamos:  Fashion Week.  Quién sabe si de esta forma, los que rondamos por allí nos sentimos más cool, o quizás será porque así, los de allá, pueden empezar a mirarnos como igual. Si al final, como ya decíamos un día, el mundo de Sex in the City es cada vez menos ficción y más realidad.  Es lo que tiene la globalización y el mundo del consumo, y con o sin crisis, seamos fashion, y estemos ahí.

Y  para subirle el caché, a  nuestra Diosa a partir de ahora la va a acompañar  Neptuno, para proteger y dar espacio a los diseñadores más innovadores, más arriesgados. Si es que a España, le sobra moda.

La sesión de inauguración de ayer la cerraba La Reina de los Corazones, y la pasarela se transformó a las 9 de la noche en un paseo “Over the Rainbow”.   Múltiples Dorothys con calcetines y zapatos de colores nos dirigieron hacia Oz, que esta vez…debía estar en la costa. Porque básicamente vimos una colección de playa, muy femenina, un vestuario vistoso y alegre en su mayor parte, pero como es habitual en la marca, poco ponible, con esa originalidad de Agatha que cada vez deja de ser menos curiosa para ser más sello de lo mismo.

Si los diseños de esta firma rayan siempre el infantilismo, lo que ayer lo sobrepasó fueron  los cuerpos que los lucían.  Las modelos de Cibeles deben pasar controles de peso, pero no de edad. Cuesta trabajo que una colección se haga creíble cuando quienes aparece bajo los focos son “nenas” de cómo mucho 20 años. Y no es por su extrema delgadez, que aunque la báscula de el aprobado, hasta los bikinis les hacían bolsas, sino porque sus cuerpos y rasgos son de niñas que juegan con muñecas, lo que resta verosimilitud a la colección. A los rabiosos aplausos ante el show, les acompaña poca complicidad. Te sientes espectador con todas las letras, sin entrar del todo en la colección.

Lo que sí consiguió la diseñadora es que las modelos nos sonrieran un poco más de lo que nos tienen acostumbradas, lo que debería ser una lección más en su paso por las escuelas. A pesar de ello,  la orden de ayer de “hacer algo gracioso” delante de los fotógrafos volvió a poner un toque demasiado artificial al desfile.

Del fenómeno Agatha Ruiz de la Prada espero algún día poder hablar. La que escribe es fan de sus complementos, y de París se trajo hace más de 8 años una graciosa tapa de w.c., pero aún no consigo entender cómo se cuela en las grandes pasarelas una firma de la que ayer fue la primera vez que vi más de diez personas vestidas. Y no entre las modelos, sino entre el público. Tal vez empleadas, tal vez máximas fans.  De lo que no se puede dudar es que la diseñadora tiene un ojo de lince para ver oportunidades, y sin darnos ni cuenta, corazones, y nubes, rosas y verdes,  se cuelan cada día con más agilidad en cada una de nuestras actividades.

Y  entramos en el cotilleo, que es lo que da sabor a saraos como estosElla me pareció muy joven, con o sin retoques, se conserva de libro, y luce piernas musculadas y delgadas.  El consejero Fisas debe compartir mi opinión, porque se arrimó bien arrimado en la foto con la protagonista, tocando donde no debía. Dando apoyo a Agatha, por supuesto, su corleone marido, Pedro J. y sus tirantes no faltaron a la cita.  Lo escoltaba Covadonga O’Shea, que como maestra de la moda no podía fallar.  El Ministro de Cultura miraba como un niño con zapatos nuevos, feliz y curioso como si lo hubieran transportado a un mundo que no era el suyo. Gracias a Dios que Cuca Solana como directora del percal, se sentaba cerca suyo para cualquier aclaración.  Rosa Villacastín acompañaba a la Ex Ministra de Medio Ambiente.  El séquito de altas lo formaban Nieves Álvarez, Anna Igartiburu, y Paola Dominguín. Ante ellas una no tiene otro remedio que repetirse lo que le enseñaron en el cole  de “que en el pot petit hi ha la bona confitura”.  Espido Freire no se pierde una, para que luego digan que las escritoras son seres asociales, y me sorprendió la presencia de Conthe, que atisbaba por ahí con “esa su” mirada oscura.  Al llegar yo salía Doña Botella, que con su sonrisa profident quizás hubiera debido  quedarse a más, por aquellos de ver si se le pegaba así un poco de modernidad en su look.

Pero lo más espectacular de Cibeles Fashion Week es el Espacio GREY GOOSE. La marca elitista de vodka  ha creado un ambiente VIP de diseño y elegancia, en el que a final de cada desfile, entre azules y bon charme,  se sirve un coktail inspirado en la colección presentada. Ayer la que escribe probó dos, será la alta calidad de la materia prima, la conseguida conjunción de sabores, o el ambiente que los rodeaba, pero supieron a gloria. Reíros de los cosmpolitans.

Mi noche se cerró cenando en el que dicen que es el mejor japonés de Madrid, Kabuki, al lado del más elegante y más guapo.  Sin hacer falta ser modelo, cabezazos aparte y moda al margen, me rindo ante Zinedine Zizane.  ¡Deu meu!!

Hoy como podréis imaginar, he dormido feliz.

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