Para a quienes sólo os suene de oídas, deciros que Houellebecq es un escritor francés autor de “Plataforma”, “Partículas Elementales”, “La posibilidad de una isla”, etc. Bajo mi parecer, y el de muchos, aunque él lo asume a medias, lo podemos definir como existencialista.
Sus libros te plantean muchas reflexiones sobre el mundo actual. A veces quizás es demasiado “oscuro”, con una visión muy gris de la sociedad. Pero según mi punto de vista, está impregnado siempre por un fondo romántico, sus personajes acaban moviéndose siempre por amor. Su lenguaje es cercano, a veces incluso escandalizador por la frialdad con la que describe ciertos episodios.
Bien, el caso es que su conferencia trataba sobre Las Influencias de sus lecturas en su Infancia. Cómo él piensa que lo que leyó, le ha afectado en su manera de ser y su forma de narrar. Porque según él, los libros que nos marcan son los que leemos a los cinco o seis años, momentos preconscientes en los se nos graban determinados arquetipos.
Dijo cosas tales como:
– A esa edad él leía a Balzac, Baudelaire, Schopenhauer, Marx. Leía, pero por supuesto no entendía. Pero para él, ya sirve.
– Fue fan de Los Cinco, y analizando sus personajes, como cada uno caracteriza un perfil con el que un niño puede identificarse, él lo hacía con Julian (el de todos, el revoltoso).
– Entre Alejandro Dumas y Julio Verne, se queda con el último, y de ahí que él crea que siempre elige el futuro vs. el pasado, la novela de anticipación vs. la histórica.
El caso es que desde que me reencontré (y María también!) hace unos meses con “Esther”, un cómic que leía cuando era un moco, y que ahora lo han relanzado con la protagonista metida en los 33’s, ya ando yo con la mosca detrás de la oreja de que algo de mi idealismo, candidez, y la facilidad por soñar se me había pegado de la colega pecosa con coletas.
Así que es ¿interesente? parar a pensar si algo de Vuestro Yo de Hoy tiene que ver con algún personaje de cuento, tebeo, libro con el que crecisteis. Y si es que sí, a mi lo que me pasa es que esbozo una sonrisa. Porque lo integrado…integrado está…. :-))
Y no, no fui yo quien le hizo la pregunta, pero a Houellbecq no le gustó El Principito.
Ja, ja,… yo también leía Esther. Y no sabía que habían hecho una versión 33’s… será curioso verlo. Y me hace pensar tu comentario. ¿cómo habrán influido en mí, Los Siete, Don Miky, Heidi, Anacleto Agente Secreto, la versión infantil de El Quijote o los Fantasmas del pasado y el futuro de El Cántico de Navidad (en la versión que yo tenía -que era de mi padre!- se llamaba así, y no Cuento de Navidad…)
Me temo que yo no me atreví con Marx a los 6 años, pero sí recuerdo haber leído -que tampoco entendido- a los 12 una cosa que se llamaba nada menos que “El Libro Rojo del Cole”… que supongo que entonces me pareció algo muy incluso revolucionario…
En fin… no sé si eso me influyó de alguna forma, aunque haciendo esta lista, me he dado cuenta que que todos esos personajes tienen un rasgo con el que me identifico… el inconformismo…
Va a ser que tiene razón Houellebecq…
Al cual, por cierto, no conocía, pero buscaré en los estantes la próxima vez…
Gracias Pita
[…] Y entonces ya sé que seré clienta de Dolores Promesa, porque si, porque yo también crecí con Esther, y porque si, es el espíritu de esa chica de los cómics el que respiras con la […]
[…] No es casualidad. No. Que a Javier Jr., con siete años, su profesora le obligue a cerrar el libro de Gerónimo Stilton que esconde sobre sus piernas mientras el resto de la clase pinta, no es casualidad. Su padre se pasa horas leyendo delante suyo. Que Claudia, con tres años, ya tenga cierta cultura musical, cante a los Beatles, y distinga sus canciones, no es casualidad. Su padre es erudito por afición en el ámbito de la música y acérrimo fan de la banda de Liverpool. Que la que escribe, lo esté haciendo, o pase horas (cuando puede) leyendo periódicos (impresos), y siga atenta a la actualidad política del momento, no es casualidad. Resulta que con pocos años sufría la interrupción de un trayecto en coche tan corto como el de Llavaneres-Barcelona, porque era la hora de Campo Vidal y Olga Viza, y era menester seguirlos por razones profesionales paternas. Ella, eso sí, mientras el telediario sonaba de fondo, leía a Esther quien, al mismo tiempo, capítulo a capítulo, iba calando en su personalidad. […]